Acontecimientos que delinean el camino equivocado

El superclásico representó otro exponente de falta de políticas claras para prevenir y eliminar los hechos de violencia. Poder se puede ¿Y querer?

Los hechos suscitados antes, durante y después del superclásico demuestran, como cada fin de semana, la falta de interés que existe desde el Estado y demás entes participantes entorno a la violencia en el fútbol. El River – Boca, por su folklore y popularidad es claramente uno de los focos principales para la presencia de actos como tales. Por esa misma razón, es primordial tomar los recaudos necesarios para prevenir todo aquello en lo que siempre se desemboca. Pero el domingo pasado eso no existió. La negligencia, los intereses de fondo y la errónea toma de decisiones se hicieron visibles en el encuentro. Una vez más se burlaron los derechos de los socios que son los verdaderos protagonistas.

La seguridad es indelegable

El protocolo firmado por Garré en la que deslinda a la Policía Federal de la seguridad dentro de los estadios, denota la falta de compromiso y responsabilidad del sector estatal para con el ciudadano. SAF no comparte esta decisión, ya que representa una falla grave para la sociedad. Esta postura señala el rumbo erróneo que atraviesa el fútbol argentino. Hace un año atrás, desde el Ministerio de Seguridad se han contactado con nuestra ONG para hacernos participar de un proyecto para erradicar las barras. Salvemos al Fútbol realizó las críticas pertinentes acerca del tipo de accionar que querían aplicar en la que se indicó que a nuestro parecer no representa una solución viable. No hemos recibido una respuesta ni una citación a partir de nuestro planteo. Con esta actitud quedó demostrado que la intencionalidad del ente estatal fue cerrarnos la puerta, ya que nuestro lineamiento no se condice con sus aspiraciones.

Para Salvemos al Fútbol las medidas más eficaces se logran aplicando el sentido común. Como primera instancia no es acorde a la situación que se vive en los estadios, dejar en manos de grupos de seguridad privada la organización y el desarrollo del evento deportivo. Es esencial que la policía siga haciéndose cargo, de lo contrario, los hechos se acrecentarán.

Por otra parte, como se destacó en informes anteriores, el sistema SABED de ingreso a través del reconocimiento por huella digital, no representa una herramienta efectiva para frenar a los violentos. Lo sucedido el fin de semana pasado con Mauro Martín – el jefe de la barra boquense- remarca que las nuevas medidas no cambian los resultados. Al día de la fecha se sigue investigando si, a pesar de que el sistema biométrico frenó el ingreso del violento, Martín se hizo presente en el segundo tiempo. De ser real, el acontecimiento describe a la perfección lo que SAF remarca hace tiempo: el poder de este grupo de personas, la complicidad con diferentes actores y que la aplicación de cierta tecnología en el ingreso no cambia los resultados.

Salvemos al Fútbol insiste en que se investiguen los hechos de violencia, que se responsabilice y que se aplique penalidad a los que transgreden las reglas. ¿Por qué solo pagan los clubes que menos tienen? ¿Por qué no se penaliza rigurosamente a los clubes que constantemente dan una demostración de violencia?

Mientras no existan políticas preventivas claras y de raíz los incidentes serán cada vez más graves. La postura de Salvemos al Fútbol es lograr concienciar a los actores responsables de estos sucesos. Por tal motivo, se debe tomar los hechos de violencia como propios sin pretender extrapolarlo de otras situaciones sociales diferentes a la Argentina. Además debe ser clara la política de admisión que deben aplicar los clubes y todo esto sumido en un organismo estatal efectivo, con una mirada crítica y la aplicación de medidas realmente concretas y viables. ¿De qué sirve que cada club tenga un responsable en seguridad para diagramar los operativos en conjunto con la policía y otros dirigentes cuando no hay verdadera intención de fondo para resolverlo? Primero se debe ver dónde está parado el fútbol argentino y cómo se quiere avanzar, es la única manera de comprender lo que sucede y diagramar conjuntamente una solución. Pero para que funcione todos los participantes deben anhelar lo mismo. De lo contrario, seguimos por la misma vía. Entonces nos preguntamos ¿Realmente se quiere poner un punto final a esta problemática?