Olave imprudente

A propósito de las declaraciones del arquero Olave, del club Belgrano de Córdoba, ocurridas inmediatamente después del partido entre ese equipo y River el domingo 19 de octubre pasado, entendemos que conviene poner las cosas en su justo lugar, sin que nuestra posición pretenda ser la excluyente, pero sí una más en lo que se dice, escucha y grita.
Los comentarios, entre socarrones y graciosos del arquero cuando fue especialmente convocado por los medios para ello, si bien estimamos que deben ser repudiados -y así lo hacemos desde nuestra página- toda vez que se trata de lo que se dado en llamar un profesional que es preciso se acomode a su situación de referente social cuando de hablar por cámaras se trata, tampoco deben demonizar al individuo que los ha proferido.
Cada cual debe asumir su rol y comportarse de acuerdo a ese lugar que ocupa en la sociedad.
El arquero, guste o no, fue insultado y vilipendiado durante gran parte del partido, por lo que puede considerarse la mayoría del público presente, a todo evento sólo simpatizante del club local (River). Además, recibió varios goles.
Hizo algunos gestos no convenientes para nuestro exacerbado público en algún momento del encuentro, que sólo aludían a una realidad (el ascenso de su club y el descenso del rival en esa misma cancha y en un partido entre ambos que puede entenderse como histórico por lo que significó para uno de las entidades de mayor predicamento en nuestro fútbol).
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De modo que, críticas al margen para el arquero Olave, a las que nosotros nos sumamos por su imprudente actitud, dejamos en claro que este tipo de hechos si bien pueden provocar acontecimientos de violencia en un colectivo, es evidente que de ninguna forma los ubican en aquéllos comportamientos y conductas que debieran ser motivo de análisis por parte de las autoridades competentes, salvo -claro está- los correctivos ante el Tribunal de Disciplina de la AFA que, en general brillan por su ausencia.
Está dicho que a partir de actitudes serias, coherentes, elementales, y especialmente sostenidas en el tiempo por parte de los distintos poderes del Estado, las cosas podrán modificarse y mejorar. En ese marco, lo ocurrido con Olave podría tornarse algo grave. En el actual, en cambio, es parte de nuestro folclore de fin de semana, que no cambia en absoluto las cosas.